Un hogar para el amor

EL ÚLTIMO BESO

Año 1462 D.C.

Castillo Poenari, fortaleza de Vlad

Situada en la ciudad de Argeș en el valle del río Argeș, en los picos más altos del monte de los Cárpatos, un lugar tenebroso alejado de las grandes ciudades de Rumanía en medio del profundo bosque y rodeado por varias manadas de lobos, inicia la historia de un amor eterno en medio de conflictos internos y externos entre un cruel y despiadado príncipe y una princesa de la realeza húngara. Vlad era aquel príncipe conocido como el “Empalador” debido a sus brutales formar de matar, todo aquel que osaba traicionarlo o invadir sus territorios los empalaba colgándolos en unas grandes estacas boca arriba. Esta técnica consistía en atravesar un palo de tres metros por la parte trasera de la persona hasta llegar a su boca, era una muerte lenta que podría durar días.

El príncipe Vlad tenía la nariz fina, fosas nasales pequeñas, un rostro blanquecino y delgado y unas pestañas muy largas que daban sombra a unos grandes ojos oscuros y bien abiertos; las cejas negras y espesas le daban aspecto ceñudo. Llevaba bigote, y sus pómulos sobresalientes hacían que su rostro pareciera aún más imponente, no era muy alto pero su cuerpo era fuerte, sus cabellos color azabache y recogidos formando una gran melena, vestido con unos ropajes rojos y negros debido a que pertenecía a la orden del Dragón, un grupo de guerreros que defendían a la Iglesia Ortodoxa del ataque de los infieles, o sea los musulmanes que a la cabeza de los sultanes pretendían dominar toda Europa.

Su amada esposa Cnaejna por el cual Vlad estaba perdidamente enamorado, pese a ser un guerrero sanguinario y temible, ella sacaba el lado bueno de su oscuro corazón. Cnaejna la princesa más hermosa de todos los imperios de mundo, su belleza era tan codiciada por muchos príncipes y nobles que aún hasta el mismísimo Sultán Otomano la pretendía.

Describir su hermosura es casi inenarrable pero voy a describirla tal y como es: Era un poco alta para ser mujer, su rostro blanco que resaltaban con un colorido rosado en sus mejillas, sus ojos color azules, sus gruesos labios tan rojos como el carmesí, sus cabellos negros ondulados que llegaban hasta su cintura. Sus vestiduras blancas con una capa de color celeste con unos bordes rojos. Su mirada era de completa paz y mucha bondad.

-Amada mía dijo Vlad:

-¿Estas segura que tu amor por mi será para siempre?

A lo que ella contestó:

-Tú sabes mi dulce príncipe que siempre estaré contigo, aun después de atravesar los valles de las sombras de la muerte, mi alma se volverá a reencontrar con la tuya.

-¿Por qué dices eso mi pequeña princesa? ¿A caso piensas que esos infieles de los musulmanes van a quitarte la vida?

-Vlad, estamos en medio de una guerra terrible con el Sultán y su furia no tiene límites, tú con tu pequeño pero fuerte ejército has empalado a miles de miles de turcos, esto es algo que el Sultán lo vio como una gran ofensa y ha decido buscarte hasta tenerte en sus manos.

La princesa sentía una gran angustia en su corazón, sabía que en cualquier momento el Sultán con sus tropas de soldados invadirían los territorios conquistados por Vlad, y para dificultar las cosas el hermano de Vlad, Radu el Hermoso, corrían rumores que lo iba a traicionar uniendo fuerzas con el Sultán.

Sus ambiciones eran de conquistar el trono de Valaquia, el Sultán otomano le iba a dar toda la ayuda necesaria para que él destrone a Vlad eso sí, que la hermosa princesa Cnaejna sea capturada para que fuera llevada al inmenso harén del Sultán.

También se corrían los rumores que Radu el hermoso tenía relaciones homosexuales con el Sultán, algo que era muy notorio debido a todo el apoyo que este le brindaba al medio hermano de Vlad a cambio de obtener favores sexuales.

Constantinopla, palacio del Sultán

Era el flamante y nuevo palacio que recientemente los turcos habían construido en la ciudad de Constantinopla, como muestra de su conquista total sobre el Imperio Bizantino.

Ahí estaba el archí-enemigo del príncipe Vlad, Medmed II el gran Sultán que lo había conquistado todo. Hace muchos años atrás había sido amigo de la niñez de Vlad y juntos aprendieron las artes de la guerra, filosofía griega y oriental, el hablar tres idiomas como el turco, griego y latín y seguir las enseñanzas del libro sagrado del “Corán”.

Medmed II era de gran altura y muy imponente, su piel color canela, sus rostro emanaba arrogancia con su mirada que lo penetraba todo y con una barba que tenía un poco larga en su mentón. Casi siempre vestía una armadura color dorada con su espada de doble filo y un escudo que pesaba 50 kilos. Este Sultán ostentaba un harén de 1.000 mujeres de lo mejor de todas las naciones conquistadas y con un ejército de 900.000 hombres, hacía de él el hombre más poderoso de aquella época.

Lo que él se propondría lo cumplía, sus caprichos, sus conquistas, sus imponentes construcciones, sus guerreros de élite, sus mujeres pero habían dos cosas que él no poseía aún: conquistar los territorios de Rumania donde Vlad Draculea era el líder y el cuerpo de su hermosa esposa Cnaejna.

Él estaría dispuesto a todo con tal de conquistar a aquella princesa, alguna vez él la conoció cuando Vlad fue a su palacio y la presentó. Medmed II quedó fascinado con la belleza, la delicadeza y la inteligencia de la princesa. Muchas noches el Sultán en sus pensamientos la codiciaba, deseaba introducir su miembro viril hasta hacerla gritar y explotar de placer, besar sus duros y enormes bustos y pasar su lengua por los lugares más rinconcitos de su ser bebiendo todos sus fluidos vaginales.

Esta obsesión enfermiza lo llevaría a sacrificar a miles de miles de sus soldados, pero para que él la poseyera le era necesario quitar de su camino a Vlad, para esto tenía planificado manipular a Radu el hermoso para que traicionara a su medio hermano y lo derrocara de su trono.

Medmed II conocía las inclinaciones de Radu y sus preferencias, sabía que era muy vanidoso y que amaba los vestidos finos, la buena comida y los mejores vinos, además de su codicia por reinar Rumania y ser el gran príncipe que solo estaría segundo al mando del Imperio Otomano después del Sultán.

Medmed II convencería a Radu hasta que decidiera apoyarlo en sus planes, algo que él sin duda alguna accedió.

Radu más conocido como el “Hermoso” por ser el príncipe más agraciado en toda la antigua Europa, poseía una altura digna de un gran noble, joven, apuesto y encantador. Su sonrisa bajo esos ojos color almendro, sus cabellos dorados como el sol y su piel color bronceado, volvía locas a muchas nobles y damiselas de los grandes castillos y a casi todas las mujeres del Harén del Sultán.

Y no solo a las mujeres cautivaba con su particular hermosura sino también a los hombres y uno de ellos era el Sultán Medmed II, este también lo convenció para que le diera de sus favores sexuales.

A un comienzo Radu se negó pero después con todo el oro y las promesas de darle muchos presentes, este accedió y mantuvo por algunos años una relación íntima con el Sultán.

-Siervos míos vayan por Radu y que venga lo más pronto posible, dijo el Sultán.

-A sus órdenes su majestad, Radu estará mañana mismo ante su presencia.

Los siervos y una escuadrilla de guerreros del Sultán fueron por Radu para llevarlo al palacio. Él llegó y fue recibido con grandes honores, Medmed II ni bien lo vio fue corriendo a él poniendo una mirada de lujuria sobre el hermoso príncipe.

-Te echo de menos Radu, ¿Por qué nos has venido a visitarme?

-Mi Sultán, tu sabes muy bien que las campañas para mantener a mi pequeño ejército cuidando las fronteras de Valaquia me han tenido ocupado todo este tiempo.

-Mi hermano Vlad sigue empalando y matando despiadadamente a muchos de tus soldados y aún a algunos búlgaros y gitanos.

-Sé que el Príncipe Empalador ha asesinado a una parte de mis ejércitos con sus brutales técnicas de empalamiento, pero tengo dos razones por las cuales he sacrificado a mis soldados.

-Dime cuáles son tus razones mi Sultán para que entregues a Vlad a muchos de tus soldados.

-Quiero conquistar todos Rumania y Hungría que son los dos únicos territorios de Europa que aún no están en mi poder y entregártelos a ti mi apreciado Radu y en segundo lugar, deseo con toda mi carne a la esposa de Vlad la hermosa princesa Cnaejna, la quiero como mi primera esposa y concubina.

Luego de una larga pero provechosa conversación, el Sultán llevó a su aposento al joven príncipe para recibir de sus favores sexuales. Fueron tres días de completa lujuria y lascivia, Radu complació en todo a Medmed II a lo que este le colmó de muchas legiones, para que se fortaleciera y fuera a las fronteras de Valaquia y esperara sus órdenes e invadir los territorios de Vlad hasta llegar al castillo Poenari y secuestrar a la princesa.

Todo iba conforme a sus planes, el Sultán pronto tendría a Cnaejna en sus aposentos y a Vlad encarcelado bajo el poder de Radu.

Castillo de Corvino, Hungría

El noble húngaro Matías Corvino, un hombre de gran poder que abarcó toda Hungría y Croacia por un reinado de muchos años, él era delgado de ojos negros y una cabellera negra, usaba siempre vestiduras reales dando a entender que era el único Rey de Hungría. Poseía una mirada fría y casi nunca reía, su carácter era de un hombre muy posesivo y apático. Él fue un aliado poderoso del príncipe Vlad y que en algunas batallas le ayudó a alcanzar la victoria, pero pronto un mal entendido que fue muy planificado por Medmed II lo obligaría a atrapar a Vlad y encarcelarlo.

Este noble gozaba de un poderoso ejército de más de 300.000 súbditos y caballeros de guerra, una tarde el sultán Medmed II enviaría a algunos de sus emisarios para decirle que iría a visitarlo para tener una conversación de alta importancia.

Con esta charla el Sultán engañaría a Matías al decirle que su pariente cercano Vlad, estaba tramando en silencio una insurrección en contra de su reinado queriendo conquistar toda Hungría y parte de Croacia.

El Rey asombrado al escuchar tal inesperada revelación, se dispuso a hacer un pacto con el Sultán para no interferir en la próxima invasión que iba a hacer a través de Radu el hermoso.

Sin saber ellos que alguien en silencio escuchaba tal acuerdo, este era un aliado de Vlad que enseguida fue a decir la noticia a su señor.

Él llegando al castillo de Vlad, le reveló los planes que tenía el Sultán y la traición que iba a recibir de parte de Radu su medio hermano y de su pariente y aliado en anteriores batallas el Rey Matías Corvino, el príncipe Valaco se adelantaría a invadir parte del territorio húngaro e ir al campamento del Sultán para cogerlo de sorpresa y quitarle la vida.

Y así lo hizo, Vlad iría dispuesto a empalar a todos los traidores para finalmente acabar con su gran enemigo el Sultán pero antes de ir a la batalla, tendría sin saberlo la última conversación con su amada Cnaejna.

-Mi tierna princesa, me he enterado que hay un complot en contra nuestra y que Radu y Matías me han traicionado haciendo un pacto con Medmed, y antes que ellos vengan por nosotros, los sorprenderé invadiendo sus territorios para deshacerme de una vez de mi gran enemigo.

-Mi dulce príncipe, ¿Estás seguro que hallarás al Sultán y lo derrotarás? Sabes lo inmensamente poderoso y cruel que es.

-Tomaré todos los riesgos amada mía, mientras tanto tú espera en lo más alto de la torre hasta que yo regrese, un centenar de mis más fieros soldados los pondré en la puerta a que cuiden de ti.

-Déjame darte mi último beso mi príncipe, quizá sea la última vez que nos veamos, “recuerda que las almas que se aman se vuelven a encontrar en otras vidas”.

-¡No digas eso mi eterna!, pronto volveré y estaremos juntos hasta cuando nuestros cuerpos se desgasten.

Con unas lágrimas en los ojos, la princesa se despedía de su dulce príncipe vaticinando que esta sería la última vez que se veían en esta vida. Algo que resultaría cierto hasta cuando después de muchos años, ella regresaría a la vida reencarnada en la dulce e inocente “Elizabeth” que será conocida como “la dama del vestido rojo”.

1. EL ÚLTIMO BESO